Publicado el octubre 23, 2024

El problema del DAB+ en España no reside en la falta de tecnología o de leyes, sino en una parálisis estratégica de los principales actores del sector.

  • La inacción de los grandes grupos radiofónicos, marcada por el fracaso del primer despliegue, frena la creación de una oferta de contenidos atractiva.
  • La espera especulativa ante la llegada del 5G Broadcast actúa como un potente desincentivo para invertir en la infraestructura DAB+ actual.

Recomendación: Es imperativo que legisladores, radiodifusores y fabricantes definan una hoja de ruta tecnológica nacional que asigne un rol claro a cada tecnología —DAB+, FM y 5G Broadcast— para garantizar la viabilidad del ecosistema radiofónico a largo plazo.

España vive una profunda paradoja tecnológica. Mientras se posiciona como líder europeo indiscutible en el despliegue de fibra óptica hasta el hogar, su radio terrestre parece anclada en el siglo XX, con una dependencia casi total de la Frecuencia Modulada (FM). A diferencia de la mayoría de sus vecinos europeos, que han abrazado con decisión la radio digital terrestre (DAB+), el ecosistema español muestra una resistencia que roza la inmovilidad. Este estancamiento resulta desconcertante para cualquier analista de políticas de telecomunicaciones, especialmente cuando la superioridad técnica del DAB+ es un hecho probado y documentado.

El debate público a menudo se simplifica en el clásico dilema del «huevo y la gallina»: no hay emisoras porque no hay receptores, y no se venden receptores porque no hay oferta de contenidos. Sin embargo, esta explicación, aunque cómoda, es superficial y oculta las verdaderas causas del bloqueo. La realidad es mucho más compleja e implica una mezcla de factores históricos, económicos y, sobre todo, estratégicos que han convertido el paisaje del DAB+ español en un auténtico desierto de inversión. El trauma del fallido primer intento de implantación a principios de los 2000 sigue pesando en las decisiones de los grandes grupos mediáticos.

Pero, ¿y si la clave del actual inmovilismo no estuviera en el pasado, sino en el futuro? Este análisis propone una tesis diferente: el retraso del DAB+ en España no es un simple accidente histórico, sino el resultado de una parálisis estratégica deliberada. Los principales actores del mercado no están simplemente esperando, están observando y evaluando una tecnología disruptiva en el horizonte: el 5G Broadcast. Esta espera especulativa, combinada con la competencia feroz del streaming de audio, ha creado un cóctel que ni la legislación europea más reciente parece capaz de contrarrestar con la celeridad necesaria.

A lo largo de este artículo, desgranaremos las capas de este complejo problema. Analizaremos desde la eficiencia técnica del DAB+ hasta el impacto real de las normativas, compararemos el modelo español con casos de éxito como el noruego y, finalmente, expondremos cómo la sombra del 5G Broadcast condiciona todas las decisiones estratégicas, dejando a la radio digital terrestre en un limbo del que le está costando enormemente salir.

Por qué el DAB+ ofrece mejor calidad de sonido con menos ancho de banda que la FM

Desde una perspectiva puramente técnica, la superioridad del DAB+ sobre la FM es incontestable. La clave reside en su naturaleza digital y en el uso de códecs de audio altamente eficientes como el HE-AAC v2. Mientras la FM es una tecnología analógica susceptible a interferencias, ruido y pérdida de calidad con la distancia, el DAB+ ofrece un sonido limpio y robusto. La señal digital es binaria: o se recibe perfectamente o no se recibe en absoluto, eliminando los molestos silbidos y crepitaciones característicos de una señal de FM débil. La diferencia es cuantificable: la relación señal-ruido es drásticamente mejor en la transmisión digital.

La ventaja más significativa para los radiodifusores, sin embargo, es la eficiencia espectral. La FM requiere que cada emisora ocupe un canal de frecuencia distinto para evitar interferencias, lo que limita enormemente el número de estaciones disponibles en una zona geográfica. El DAB+, en cambio, utiliza un sistema de multiplexado. Esto significa que un único bloque de frecuencias, llamado «múltiplex», puede transportar simultáneamente múltiples servicios de radio. Un solo transmisor puede dar cabida a un gran número de emisoras.

Esta eficiencia tiene una consecuencia económica y ecológica directa. Según análisis del sector, el estándar DAB+ permite que hasta 25 emisoras con calidad adaptada compartan el mismo transmisor. Este equipo, además, requiere una cuarta parte de la potencia de un sistema FM equivalente para cubrir la misma área. El resultado son enormes ahorros en el consumo eléctrico, un factor cada vez más crítico en los costes operativos de cualquier radiodifusor. La tecnología no solo permite una oferta más rica y variada para el oyente, sino que reduce drásticamente la huella de carbono y los gastos de explotación de la red de difusión.

Cómo saber si tu coche es compatible con la radio digital antes de viajar por Europa

El principal campo de batalla para la adopción del DAB+ ha sido, y sigue siendo, el automóvil. Es en los desplazamientos donde la radio terrestre mantiene su hegemonía frente al streaming. La cuestión de la compatibilidad de los vehículos es, por tanto, central. En el contexto español, a pesar del retraso general, la base de receptores instalados no es despreciable. Datos recientes del sector automovilístico indican la existencia de cerca de 3,5 millones de receptores DAB+ en vehículos que ya circulan por el país. Esta cifra, aunque minoritaria sobre el total del parque, representa un punto de partida significativo y desmiente la idea de que no existen oyentes potenciales.

Interior de vehículo moderno mostrando sistema de radio sin pantalla visible

La clave para la expansión futura radica en la legislación. Desde la entrada en vigor del Código Europeo de las Comunicaciones Electrónicas, transpuesto a la legislación española, se ha establecido un cambio fundamental. Concretamente, todos los coches nuevos matriculados en la Unión Europea desde finales de 2020 y, por ende, en España, deben incluir de serie un receptor de radio capaz de sintonizar emisiones digitales terrestres. Para un usuario, la forma más sencilla de verificar la compatibilidad es buscar en el menú del sistema de infoentretenimiento del vehículo una opción etiquetada como «DAB», «DAB+» o «Radio Digital».

Aunque esta obligación legal garantiza que el parque de vehículos compatibles crecerá de forma sostenida, su impacto es lento. El problema no es la ausencia de una base instalada, sino la percepción de una demanda insuficiente por parte de los radiodifusores, que ven un crecimiento lento y una cobertura actual muy limitada, principalmente a Madrid y Barcelona. Esto crea un círculo vicioso: la base de receptores crece, pero de forma silenciosa y dispersa, sin generar la presión necesaria para que las grandes cadenas de radio realicen las inversiones millonarias en la red de transmisión nacional.

Noruega vs España: qué pasa cuando apagas la FM por decreto

La comparación con Noruega es, quizás, el ejemplo más elocuente del abismo estratégico que separa a España del resto de Europa en materia de radio digital. El país nórdico se convirtió en 2017 en la primera nación del mundo en completar el «apagón» de la FM, migrando todo su ecosistema radiofónico al DAB+. Esta transición no fue un accidente, sino el resultado de una decisión política firme y planificada, liderada por el ente público NRK y apoyada por un consenso con los radiodifusores privados. El éxito se basó en una hoja de ruta clara que estableció plazos, garantizó una cobertura casi total (99,7%) antes del apagón y promovió campañas de comunicación masivas para acompañar a la población.

El siguiente cuadro, basado en datos de análisis del sector europeo, ilustra las diferencias fundamentales entre ambos modelos de despliegue.

Comparación del despliegue DAB+ Noruega vs España
Aspecto Noruega España
Cobertura DAB+ 99,7% población 20-30% población
Apagón FM Completado 2017 Sin fecha prevista
Liderazgo Público (NRK) Sin consenso
Estado actual Solo DAB+ activo FM dominante

En España, el contexto ha sido radicalmente distinto. El tímido avance de la radio digital a principios de siglo coincidió con un fenómeno que cambió las reglas del juego: la popularización masiva del smartphone y el auge de las plataformas de streaming de audio. Como bien señala el experto en transformación digital Enrique Dans:

En España, el avance de la radio digital coincidió con el auge del smartphone y el streaming de audio. Ante una audiencia familiarizada con Spotify o YouTube Music, la propuesta resultó menos atractiva.

– Enrique Dans, Blog sobre transformación digital

Esta «canibalización tecnológica» es un factor diferencial clave. Mientras Noruega acometió su transición antes de que el streaming se convirtiera en el estándar de consumo musical para una gran parte de la población, España llegó tarde. La propuesta de valor del DAB+ (más emisoras, mejor calidad) compite directamente no solo con la FM, sino con un universo casi infinito de contenidos bajo demanda. Esto ha restado urgencia y atractivo a la transición tanto para los oyentes como para los propios radiodifusores, que han preferido explorar sus propias estrategias digitales a través de apps y podcasts en lugar de apostar por una plataforma común de broadcast.

El riesgo de montar una emisora DAB+ en una provincia sin receptores en los hogares

La reticencia de los radiodifusores a invertir en DAB+ no es infundada; tiene sus raíces en el trauma del primer y fallido intento de despliegue en España. A principios de los 2000, el gobierno concedió licencias DAB, pero el proyecto fracasó estrepitosamente. La falta de receptores asequibles, una nula promoción y una oferta de contenidos pobre crearon un cóctel fatal. La puntilla llegó en 2011, cuando el Gobierno, en un acto que evidencia la falta de visión a largo plazo, redujo drásticamente las obligaciones de cobertura del 50% al 20% de la población. Esta decisión permitió el apagado de la mayoría de los centros emisores, dejando la señal DAB+ relegada a un servicio testimonial en Madrid y Barcelona. Este precedente sentó una profunda desconfianza en el sector.

Instalación de transmisión de radio en zona rural española con paisaje vacío

Hoy, un inversor que considere lanzar una emisora DAB+ en una provincia fuera de estas dos capitales se enfrenta a un «desierto de inversión». La audiencia potencial es una incógnita, y el riesgo de emitir para nadie es altísimo. Sorprendentemente, la radio en Onda Media (AM), una tecnología mucho más obsoleta y con una calidad de sonido ínfima, todavía retiene una base de oyentes. Según el último Estudio General de Medios, esta tecnología cuenta con unos 384.000 oyentes fieles. Esta cifra, aunque modesta, demuestra que existe un público para la radio lineal más allá de la FM, pero la incertidumbre sobre el DAB+ impide capitalizarlo.

Para un directivo del sector, la decisión de invertir no es trivial. Requiere un análisis riguroso que va más allá de la tecnología y se adentra en la estrategia pura. La siguiente lista de verificación resume los puntos críticos a evaluar.

Plan de auditoría estratégica: ¿es viable lanzar una emisora DAB+ en España hoy?

  1. Análisis de cobertura y competencia: Verificar la existencia y el estado de los múltiplex DAB+ en la zona objetivo. Identificar qué otros radiodifusores están emitiendo o planean hacerlo.
  2. Estimación del parque de receptores: Evaluar la penetración de vehículos con DAB+ de serie en la provincia (datos de matriculaciones post-2021) y la venta de receptores domésticos.
  3. Definición del modelo de negocio: ¿Se basará en publicidad tradicional, contenido patrocinado, o servirá como canal de extensión de marca de una emisora FM existente? Cuantificar la inversión inicial vs. el retorno esperado.
  4. Estrategia de contenidos diferencial: ¿Qué contenido único y exclusivo se ofrecerá en DAB+ que no esté disponible en FM o plataformas de streaming para justificar la búsqueda activa por parte del oyente?
  5. Evaluación del marco regulatorio y ayudas: Investigar la existencia de posibles subvenciones o estímulos públicos para el despliegue de redes y la creación de contenidos en radio digital.

Cuándo será obligatorio el receptor digital en todos los coches nuevos vendidos en España

La principal palanca en la que se apoyan los defensores del DAB+ en España es la normativa europea. Como se mencionó, la Ley General de Telecomunicaciones, vigente desde junio de 2022, es clara. Como confirman análisis especializados, «la normativa europea está cambiando la situación. La Ley General de Telecomunicaciones vigente desde junio de 2022 obliga a que los nuevos vehículos traigan un sintonizador de radio digital». Esta medida, aunque fundamental, no es una solución mágica a corto plazo. Su efectividad está supeditada al ritmo de renovación del parque automovilístico español.

Aquí es donde las matemáticas imponen un baño de realidad. Según datos del sector, el ritmo de renovación del parque automovilístico en España se sitúa en torno a un 11% anual. Si asumimos un ritmo constante, se necesitaría casi una década para que la gran mayoría de los vehículos en circulación estuvieran equipados de serie con un receptor DAB+. Este horizonte temporal, que se extiende más allá de 2030, es demasiado largo para los radiodifusores, que necesitan un retorno de la inversión en plazos mucho más cortos.

La ley, por tanto, crea un escenario de crecimiento orgánico lento pero seguro, pero no resuelve el problema estratégico inmediato. No genera el «big bang» de audiencia necesario para que las grandes cadenas de radio apuesten de forma decidida y coordinada por una cobertura nacional. Se produce así una situación de impasse: el gobierno puede argumentar que ha sentado las bases para la transición, mientras que los radiodifusores pueden replicar que la masa crítica de oyentes tardará demasiado en materializarse como para justificar las inversiones millonarias en infraestructura que se requieren hoy.

Esta lenta digestión de la normativa por parte del mercado es uno de los principales argumentos de quienes defienden que la ley por sí sola es insuficiente. Sin un plan nacional de impulso, con incentivos para la compra de receptores domésticos y, sobre todo, un calendario de apagón de la FM, la obligatoriedad en los coches es una medida necesaria pero no suficiente para romper la parálisis actual.

Cuándo migrar toda tu infraestructura de distribución a fibra óptica dedicada

El estancamiento del DAB+ en España es aún más llamativo si se contrasta con el éxito rotundo de otra transición tecnológica en el ámbito de las telecomunicaciones: la fibra óptica. España no es un país tecnológicamente rezagado. Todo lo contrario, en lo que respecta a la banda ancha fija, es un líder europeo indiscutible. Según el último Informe de Cobertura de Banda Ancha, un impresionante 83,52% de los hogares españoles ya tienen acceso a velocidades de 1 Gbps, una cifra que sitúa al país a la cabeza de la Unión Europea.

Este liderazgo en FTTH (Fiber to the Home) demuestra varias cosas. Primero, que cuando hay una estrategia clara, un marco regulatorio favorable y una competencia empresarial fuerte, España es capaz de ejecutar despliegues de infraestructura masivos en tiempo récord. Segundo, que existe tanto la capacidad técnica como la voluntad de inversión en el país para acometer grandes transformaciones tecnológicas. Y tercero, que la población española adopta rápidamente las nuevas tecnologías cuando percibe un beneficio claro y tangible.

El contraste con la radio digital es, por tanto, brutal. ¿Por qué el mismo país que ha liderado la revolución de la fibra es incapaz de ejecutar una transición que otras naciones europeas completaron hace años? La respuesta no está en la capacidad técnica o financiera del país, sino en la falta de un caso de negocio claro y de un liderazgo definido para el DAB+. Mientras que la fibra ofrecía una mejora de velocidad y fiabilidad exponencialmente superior al ADSL, el beneficio del DAB+ frente a la FM y, sobre todo, frente al streaming, no es percibido con la misma urgencia ni por los consumidores ni por los propios proveedores de contenido. El éxito de la fibra es la prueba fehaciente de que el problema del DAB+ no es de capacidad, sino de estrategia.

DVB-T2 vs Streaming: ¿vale la pena invertir en nuevos transmisores terrestres hoy?

En el debate sobre el futuro de la radiodifusión, a menudo se pasan por alto dos argumentos cruciales que favorecen a las tecnologías de broadcast como el DAB+ frente al streaming (unicast): la eficiencia energética y la resiliencia. En un escenario de consumo masivo y simultáneo, el modelo de transmisión «uno a muchos» del DAB+ es infinitamente más eficiente que el modelo «uno a uno» del streaming, donde cada usuario requiere un flujo de datos individual desde un servidor.

Para un millón de personas escuchando la misma emisora, el DAB+ requiere un único transmisor que consume una fracción de la energía. El streaming, por su parte, necesita un millón de flujos de datos simultáneos, lo que implica un consumo energético masivo en centros de datos y redes de distribución. Un transmisor DAB+ puede tener un consumo de hasta el 5% comparado con la FM tradicional, mientras que el coste energético del streaming a gran escala es significativamente superior, aunque variable. Esta diferencia no es trivial en un contexto de crisis energética y objetivos de sostenibilidad.

Más allá de la eficiencia, está la resiliencia. Las redes de broadcast terrestre son inherentemente más robustas ante catástrofes o ciberataques que las redes de internet. En una situación de emergencia (inundación, incendio, apagón eléctrico), las redes móviles y de fibra pueden colapsar o resultar dañadas. Una red de transmisión DAB+, con sus propios sistemas de energía de respaldo, puede seguir funcionando y convirtiéndose en un canal vital para difundir alertas e información a la población. De hecho, ya se desarrollan en España sistemas multilingües de alerta temprana para catástrofes, diseñados para integrarse en la tecnología DAB+, lo que subraya su valor estratégico para la protección civil. Este rol de servicio público es un activo intangible que el streaming, por su propia arquitectura, no puede ofrecer.

Por lo tanto, la decisión de no invertir en DAB+ no solo ignora beneficios de eficiencia y ahorro, sino que también desecha una infraestructura de comunicación resiliente y de alto valor para la seguridad nacional. La discusión no debería ser si el DAB+ es mejor que el streaming, sino qué rol específico y complementario debe jugar cada tecnología en un ecosistema de medios moderno y robusto.

Puntos clave a recordar

  • La superioridad técnica del DAB+ en calidad de audio, eficiencia espectral y ahorro energético sobre la FM es un hecho técnico indiscutible.
  • El principal bloqueo en España no es la falta de receptores, que crecen lentamente pero de forma constante, sino la ausencia de una estrategia nacional clara y el miedo a la inversión por parte de los radiodifusores.
  • La espera especulativa ante la llegada del 5G Broadcast se ha convertido en la causa principal de la parálisis estratégica, frenando cualquier inversión a gran escala en la infraestructura DAB+.

5G Broadcast: cómo la nueva red móvil cambiará la forma de ver televisión en el móvil sin gastar datos

Si el fracaso del pasado y la competencia del presente son factores importantes, la verdadera causa que explica la parálisis estratégica del DAB+ en España reside en el futuro: el 5G Broadcast. Esta tecnología emergente promete combinar lo mejor de ambos mundos: la eficiencia del broadcast (transmisión de uno a muchos) con el alcance y la ubicuidad de las redes móviles. En esencia, permitiría enviar una única señal de radio o televisión que podría ser recibida por un número ilimitado de smartphones compatibles en una zona, sin que esto consuma datos móviles del usuario ni sature la red celular.

Para los grandes grupos mediáticos y los operadores de telecomunicaciones, el 5G Broadcast representa una posibilidad disruptiva. ¿Para qué invertir millones de euros en desplegar una red DAB+ paralela, que requiere sus propias frecuencias y transmisores, si en unos años podrían ofrecer un servicio similar o superior a través de la infraestructura 5G que ya están desplegando? Esta es la pregunta que sobrevuela todas las mesas de dirección. La promesa de esta tecnología futura justifica una estrategia de «esperar y ver», como confirman fuentes del sector:

El 5G Broadcast es la principal causa del ‘wait and see’ en España: la promesa de esta tecnología frena a radiodifusores y gobierno, que prefieren esperar antes de invertir en DAB+.

– Análisis del sector, Perspectiva sobre tecnologías emergentes

Esta espera especulativa es el núcleo del inmovilismo. Nadie quiere ser el último en invertir en una tecnología (DAB+) que podría quedar obsoleta o, al menos, relegada a un nicho por una solución más integrada y potente. Aunque el 5G Broadcast todavía está en fase de estandarización y pruebas, su potencial es tan grande que congela las decisiones de inversión a largo plazo. Incluso actores públicos como RTVE, que se unieron a WorldDAB en 2023 para iniciar pruebas DAB+ en varias ciudades, están explorando simultáneamente las posibilidades del 5G.

El resultado es un punto muerto. El DAB+ no despega porque los grandes actores no invierten. Y no invierten porque tienen la vista puesta en un horizonte tecnológico que les parece más prometedor. Sin una hoja de ruta nacional que defina el papel y el calendario de cada tecnología, España corre el riesgo de quedarse atrapada en este limbo, perdiendo los beneficios de eficiencia y resiliencia que el DAB+ podría ofrecer hoy, a la espera de un futuro que podría tardar más de lo previsto en materializarse.

Para superar esta parálisis, es imperativo que legisladores, radiodifusores y fabricantes definan una hoja de ruta tecnológica nacional que asigne un rol claro a cada tecnología —DAB+, FM y 5G Broadcast—, garantizando la viabilidad y modernización del ecosistema radiofónico a largo plazo.

Escrito por Elena Vázquez, Ingeniera de Telecomunicaciones especializada en Infraestructuras Broadcast y TDT. Miembro del COIT con 12 años liderando transiciones tecnológicas en centros de emisión y reemisores.